¿Qué elementos  debe tener el diseño para cuidar y emocionar?

“Diseño para cuidar y emocionar”. Ese fue el título de la mesa redonda organizada por Women in Office Design, en el marco de Feria Habitat Valencia, en la que participamos la semana pasada. Un encuentro que tuve el placer de compartir junto a Anna Ferrer, arquitecta en CU4 Arquitectura; Pepa Casado, socia fundadora e investigadora principal de Futurea; Nuria Castilla-Cabanes, investigadora del Laboratorio de Neuroarquitectura de la Universidad Politécnica de Valencia, y Kiko Fuentes Lojo, arquitecto especializado en comunicación que recientemente ha asumido la dirección de DiarioDesign (¡enhorabuena!).

Kiko Fuentes Lojo, Nuria Castilla-Cabanes, Anna Ferrer,  María Lillo y Pepa Casado en la mesa redonda celebrada en el espacio Nude en Feria Habitat.

El diálogo fue enriquecedor ey superinteresante. Además de necesario. En primer lugar porque en 2024 sigue haciendo falta visibilizar la importancia de los cuidados, expandirlos más allá del ámbito familiar y doméstico, y responsabilizarnos, cada uno en nuestro ámbito y en la medida de nuestras posibilidades, de cuidarnos, de cuidar a los que tenemos cerca y de cuidar la casa en la que vivimos. En segundo lugar, porque el diseño, además cumplir una función estética y funcional, también es o podría ser o debería ser… una oportunidad para cuidar. De hecho, los profesionales del diseño y la arquitectura tenemos una responsabilidad añadida. Y es que creamos espacios para que otros los vivan. Y hoy, cuando se calcula que pasamos el 90% de nuestro tiempo en espacios interiores (aunque estamos diseñados para la vida en exterior) , el diseño que cuida y vela por el bienestar, el diseño que pone de verdad a las personas en el centro, no es una opción. Es una urgencia.

Podríamos decir que esta toma de conciencia sucedió en la pandemia. Esta nos hizo reevaluar lo que significan wellness y wellbeing. Y. nos dimos cuenta de que, al contrario de lo que creíamos —o nos habían hecho creer—estos conceptos estaban ligados a la comunidad, a las buenas acciones y a la salud interior. Y que eso primaba por encima de todo. Cuatro años después, el bienestar está evolucionando hacia un enfoque más amplio que abarca la salud física, mental, emocional y medioambiental, lo que presenta nuevas oportunidades (y desafíos) para que todos (profesionales, fabricantes, marcas…) nos lo tomemos en serio y promovamos los cuidados de forma más holística.

Con todo esto, “¿Qué elementos debe tener un buen diseño para cuidarnos y emocionar?”, nos preguntó Kiko. La respuesta dio mucho de sí. Pero, a mi entender, podría resumirse en una fórmula que, solo escribiéndola ya parece perfecta: ciencia + conexión multisensorial + interacción emocional + reducir el sesgo + pensamiento a largo plazo en términos de sostenibilidad .

Ciencia

Como decían Anna Ferrer y Nuria Castilla, la neuroarquitectura y la extensa evidencia científica con las que contamos hoy muestran sin medias tintas el impacto que tiene el entorno en la salud humana. Como respuesta a esto existe, por ejemplo, la certificación WELL, que fue el resultado de siete años de investigación conjunta entre arquitectos, médicos y científicos. Este sistema de puntuación mide el impacto de los edificios en la salud y el bienestar de las personas. Por lo que podemos decir que el bienestar ya no es un intangible, sino que es el resultado de una suma de factores (aire, agua, alimentación, iluminación, movimiento, confort térmico, sonido, materiales, mente y comunidad) y puede conseguirse de forma empírica. Es decir, no hay excusas para no (intentar) cuidar.

Conexión multisensorial

Como apuntábamos por nuestra parte, los espacios se viven con los sentidos. Y está claramente constatado que apelar a ellos de una manera u otra tiene un efecto directo en cómo nos sentimos, en cómo nos comportamos, en cómo nos relacionamos. Sabemos, por ejemplo, que la iluminación natural y la la visión de paisajes naturales, favorecen las funciones cognitivas y afectivas. Sabemos que ciertos aromas favorecen la concentración y la memoria, que la terapia musical es una de las herramientas más poderosas para favorecer la neuroplasticidad cerebral. Por eso, un sello distintivo de nuestro estudio siempre ha sido introducir el diseño multisensorial en nuestros proyectos. Algo que empezamos haciendo por intuición y que hoy en día podemos perfeccionar y afinar, de nuevo, gracias a la ciencia. Todos podemos, de hecho. Así que dejemos de diseñar solo para la vista. Porque lo esencial, al final, es invisible a los ojos.

Interacción emocional

Pasamos más tiempo que nunca en espacios de interior, estamos más conectados e informados que nunca… y a la vez estamos más solos que nunca. La soledad es una epidemia creciente en la mayoría de los países desarrollados, según la OMS. Los jóvenes de 16 a 24 años se sienten más solos que cualquier otro grupo de edad, incluidas las personas mayores de 65 años. De hecho, el 73% de la generación Z afirma sentirse sola a veces o siempre. La soledad puede ser tan perjudicial para la salud como fumar 15 cigarrillos al día. Y las personas que sufren aislamiento social tienen un 32% más de riesgo de muerte prematura. Las interacciones digitales no han conseguido sustituir la necesidad de conectar a nivel emocional en el mundo físico. Por eso, desde nuestra perspectiva, el diseño de un hotel, un coliving, un espacio comercial, un hotel o un espacio interior de cualquier otra naturaleza debe impulsar y favorecer la conexión y la interacción entre personas.

Reducir el sesgo

Como decía Pepa Casado, todo diseñador, al realizar su trabajo, introduce sesgos. Es fundamental reconocer los sesgos que aplicamos al diseñar para abordarlos y corregirlos. Porque el diseño tiene el poder incluir… o de apartar. Es por eso que el concepto de hard care llega precisamente para visibilizar la necesidad de atender a los desatendidos, olvidados o ignorados tradicionalmente por el diseño. Y reimaginar los espacios para que sean más inclusivos, accesibles y acogedores para todos.

Pensamiento a largo plazo

Ser sostenibles no es únicamente reciclar y mejorar la eficiencia energética. Significa anticipar cómo nuestras decisiones actuales afectarán el planeta y las próximas generaciones, garantizando que el diseño no comprometa la capacidad de los ecosistemas para sostenerse en el tiempo. Significa innovar en la fabricación y en los procesos. Y desde otra perspectiva, también significa o puede significar abrazar la preservación, la regeneración, la circularidad… el decrecimiento.



Muchísimas gracias al movimiento Women in Office Design (WOD), promovido desde Inglaterra por Harsha Kotak; y en España por Soledat Berbegal, consejera y responsable de reputación de Marca de Actiu, así como a la presidenta de WOD en España, Gracia Cardona, y al “core team" formado por Mireia Cervera, María Antón Barco, Anna Boscà y Arantxa Bernadí Ros, por promover este encuentro tan bonito, tan interesante y tan necesario, y por ser un torrente de energía positiva y un ejemplo extraordinario de sororidad.

El intercambio, como ves fue interesantísimo y hemos querido que quede por escrito para que tenerlo a modo de guía en lo sucesivo. Y para contribuir, en la medida de nuestras posibilidades, a la divulgación del diseño que cuida y emociona. Ojalá te sirva <3

Anterior
Anterior

Nuestra flagship store para Perfumerías Primor en Barcelona, premiada en los Premios del Retail Español 2024

Siguiente
Siguiente

We WANNA rock México con Bellísima, nuestro primer cliente internacional