Tras emplear la taula (mesa) en sentido figurado, pasamos a la literalidad. Así el concepto narrativo se traduce en una gran mesa flexible y modular, que es, literalmente, un banquete de verduras de proximidad. La mesa está dispuesta sobre un lienzo azul que evoca el sistema de riego de las acequias, que es patrimonio agrícola mundial.

Una gran mesa que, además de ser un espacio estético, es un lugar de conexión y de canal corto entre productores y consumidores, tanto durante el festival como después. Y que sirve de apoyo a la economía local.

Una gran mesa que es un espacio de dinamización social y de reunión para todas las personas del pueblo. Un lugar para sentarse a la fresca, jugar a las cartas o al dominó. Donde los niños pueden reunirse en el espacio público, merendar, leer cuentos… O donde un turista puede sentarse a contemplar la plaza.

Una gran mesa que “da servicio” a la organización del festival, donde pueden organizar diferentes actividades: talleres de alimentación saludable con escolares; espacio iniciar las rutas por las diferentes instalaciones y, también, donde concluirlas con un picoteo.

En definitiva, una gran mesa para celebrar la Huerta, en torno a la que nos reunimos personas de aquí y de allá, de todas las edades, para charlar, compartir, disfrutar y comprometernos a conservar este paisaje y sistema de vida extraordinarios… Y que podría pasar de ser un espacio efímero a uno permanente, que formara parte de la vida de Bonrepós i Mirambell.